Durante la pasada semana saltó la noticia de que un joven argentino había registrado el dominio web Google.com.ar, haciendo que el acceso al buscador fuera imposible desde ese país.
Cuando hablamos de «dominio» nos referimos a la traducción a lenguaje cotidiano de una dirección IP asignada a un nodo activo de la red. Es decir, que mediante el dominio compuesto por caracteres alfanuméricos somos capaces de acceder a una dirección IP compuesta únicamente por números. La importancia de los dominios radica en la facilidad de acceso que otorga a los sitios web, ya que es mucho más fácil recordar Google.com que 192.168.1.35.
El caso de Argentina no es un caso aislado: este es otro ejemplo (Google Inc. contra Jan Jeltes). Como vemos, esta conducta es bastante popular y se denomina ciberocupación (en inglés cybersquatting), la cual se imputa a sujetos que se aprovechan de que el sistema de registro de nombres de dominio funciona por orden de solicitud, primero en llegar primero en contratar (“first come, first served”) y registran de forma anticipada nombres de dominio, de mala fe, por asociación a marcas, empresas, personalidades u entidades con las que, a priori, nada o poco tienen que ver, o con la que, simplemente, no ostentan relación alguna.
La solución a estas situaciones se encuentra en un sistema de mediación para la recuperación de dominios, consistente en una mediación y arbitraje acelerado, mediante la decisión de un experto, siendo este un mecanismo extrajudicial para solucionar eficazmente sus controversias nacionales o transfronterizas, las cuales son presentadas ante el Centro de Mediación y Arbitraje de la OMPI en virtud de la Política Uniforme de Solución de Controversias en materia de Nombres de Dominio por fraudes de nombres de dominio en Internet (UDRP).
Es llamativo que solo durante el último año se recibieron más de 50.000 solicitudes en este aspecto. En lo que se refiere a Google, existen recientemente más de 84 asuntos resueltos a favor del gigante americano, consultables aquí.